Un recluso japonés condenado a muerte demandó al gobierno de Japón por prohibir los lápices de colores en los centros de detención.
Hemos escuchado de demandas legales insólitas, pero sabemos que ésta nadie se la esperaba. Un recluso japonés (el cuál resultó condenado a muerte) ha demandado al Gobierno de Japón ¿La razón? Las autoridades japonesas prohibieron el uso y la distribución de lápices de colores en los centros penitenciarios y de detención.
El criminal culpable de asesinato, habría estado haciendo dibujos con los lápices de colores que luego se disponía a vender. Las ganancias de dichos dibujos estaban destinadas a los familiares de las víctimas, para de esta forma compensar un poco el daño ocasionado por sus muertes.
Pero ante la prohibición de los lápices de colores en los centros de detención de Japón, el recluso no encontró otra solución más que presentar una demanda formal; y exigirle al Gobierno Central de Japón que revise los reglamentos internos de las cárceles y centros de detención japoneses.
Para el recluso de 33 años, la prohibición de los lápices de colores en los centros de detención es un atentado contra su libertad de expresión; y como tal las autoridades japonesas no tienen el derecho de ponerla en riesgo, ya que es un derecho propio de la misma constitución.
Fue así como Akihiro Okumoto (el recluso) presentó la primera audiencia del juicio en el Tribunal del Distrito de Tokyo el 7 de Octubre. Como respuesta, los representantes del Gobierno de Japón le solicitaron al tribunal que desestimara el caso, ya que en sus propias palabras:
“Son órdenes dentro de una organización administrativa y, por lo tanto, no deben estar cubierto en una demanda”

La historia detrás de la demanda del recluso japonés.
Claro que la historia de Okumoto no es la mejor ni él la persona más admirable. El hombre fue sentenciado a muerte por la Corte Suprema de Japón en 2014, luego de haber asesinado a su esposa, su suegra y a su hijo en 2010.
Después de eso, lo llevaron al centro de detención de Fukuoka; donde como una forma de redención, empezó a hacer dibujos con una caja de 24 lápices de colores, para después venderlos y dar las ganancias a las familias afectadas por sus crímenes.
No obstante, a finales del pasado 2020 el Ministerio de Justicia de Japón se dió a la tarea de revisar las medidas de seguridad de los centros de detención; llegando a la conclusión de que los presos condenados a muerte y los acusados detenidos no podían adquirir lápices de colores.
La batalla legal continuará, ya que el caso no ha sido desestimado y Okumoto afirma que no se rendirá tan fácil. Para el recluso la prohibición de lápices de colores viola sus derechos y además es una decisión sumamente estricta.

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